La Casa Viviente
- Anne Robert
- 27 ene
- 2 Min. de lectura
¿Mi espacio me apoya en esta búsqueda? O más bien, ¿me devuelve al pasado, me evoca sueños inalcanzados, oportunidades perdidas, recuerdos nostálgicos?

Tal vez, nunca lo habÃa visto asÃ: ¿cómo puedo hacer que mi hogar esté en plena armonÃa con mi fuerza vital de hoy?Â
El camino de la vida es una transformación constante en la que mi casa, mi entorno fÃsico inmediato, puede acompañarme o frenarme. El hogar, territorio propio, cumple tres funciones: es refugio, ancla y base; refugio que nos protege, nos ofrece seguridad, ancla que nos ayuda a mantenernos firmes en las fluctuaciones de la vida, base en la que nos apoyamos para seguir dando pasos hacia adelante. Para que cumpla estas funciones, debe ir transformándose conmigo, en una sinergia mutua.
AsÃ, decidà revisitar mi hogar periódicamente y adaptarlo a los cambios que estoy viviendo. Me pregunto: ¿En qué arte paso más tiempo? ¿Qué actividades tengo cotidianamente? ¿Requiero cambiar o reordenar algún mueble o habitación, cambiar colores dominantes, quitar libros o adornos y escoger otros, hacer espacio para nuevas actividades? Reflejo los cambios de mi ser en los de mi casa, y, a su vez, ella me fortalece en mi evolución.
Por ejemplo, ahora que no tengo actividades laborales tan intensas, he transformado mi espacio de trabajo en un lugar propicio para actividades artÃsticas.
También reviso mis archivos electrónicos. ¿Cuáles me siguen sirviendo? Descarto lo que ya no es de utilidad. Puedo abrir una sección para guardar recuerdos, pero sin que se vuelva invasiva.Â
Hay momentos claves para esta revisión, y la tercera edad es una de estos.
La sinergia puede actuar a la inversa: en lugar de modificar nuestra casa para reflejar un cambio ya ocurrido, podemos llamarlo a través de una transformación en nuestro entorno que ayude a devolverle fluidez a nuestra vida. Recuerdo un perÃodo en el cual me sentÃa atrapada en circunstancias que no me agradaban. Como no sabÃa qué hacer, decidà pintar mi casa y mejorar su aspecto. Esto fue como un trampolÃn: a partir de ese momento, mis circunstancias cambiaron y puertas se abrieron.
Desde que aprendà a ver mi entorno de manera evolutiva, me siento más fluida, más liviana, más a gusto conmigo misma y con el mundo.
¡Te invito a probarlo!