Un hombre se encuentra atrapado en un bucle de tiempo.
Está obligado a vivir siempre el mismo día una y otra vez: se despierta de la misma manera, con su arrogancia e impaciencia. Se le presenta los mismos acontecimientos a lo largo del día. Al inicio, se rebela y se
enoja, rechaza y trata mal a quienes se le atraviesen en el camino. Luego, intenta suicidarse, pero siempre se vuelve a despertar en la misma mañana. Hasta que finalmente, solo le queda vivir cada repetición de este mismo día. Poco a poco, empieza a fijarse en los detalles del entorno, en las personas que cruza y termina disfrutándolo. Así va aprendiendo a vivir este mismo día cada vez mejor, de manera cada vez más auténtica, sin calcular ni fingir, atento a lo que pasa y en los demás.
Esto es lo que me atrapó de esta película, ya bastante vieja, hecha en USA, “El Hechizo del Tiempo”. Más allá del inevitable romance que cuenta, me gustó el mensaje tan cierto y profundo, tratado a manera de comedia.
¿Cuántos de nosotros vivimos en este bucle? Creemos que pasa el tiempo, pero, en realidad, vivimos siempre el mismo día toda la vida. Nos enredamos en situaciones similares, establecemos relaciones similares con personas similares, actuamos de manera similar.
Hasta que aprendamos a salir de nuestra perspectiva propia y miremos el mundo tal como
es. Esto no se aprende en ninguna escuela, solo con la vida, si tenemos la humildad de aceptarlo: es el mayor regalo de la madurez.
La película se encuentra en Internet:
Atrapado en el Tiempo o el Hechizo del Tiempo, Comedia, 1993, USA.
Groundhog Day (El Día de la Marmota)
Dirigida por Harold Ramis
Protagonistas: Bill Murray, Andy Mac Dowel
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